lunes, 7 de noviembre de 2011

Un musical romántico: LES PARAPLUIES DE CHERBOURG

En esta ocasión os quiero mostrar una película romántica y alegre, con mucho colorido, que es totalmente cantada. Es un bello ejemplo de la musicalidad del idioma francés, que yo encuentro muy bonito de escuchar. Para mí el inglés ha sido el primer idioma que aprendí (aparte de mi lengua materna) y el que me ha abierto más puertas, pero el francés ha sido el segundo idioma que he tenido la suerte de aprender "sin dolor": tuve ocasión de vivir algun tiempo en Lyon y en Paris, y, aunque al principio no fue fácil el hecho de no entender nada, llegó relativamente pronto el momento en el que me podía desenvolver sin problemas y pensaba ya en francés.

Historia: Cherbourg, 1957. Geneviève Emery, 17 años, vive con su madre, joven y bella viuda, que regenta una tienda de paraguas. Geneviève está enamorada de Guy, 20 años, que trabaja en un taller. Se ven a escondidas, van al teatro y tienen proyectos para el futuro: quieren casarse. Pero la madre de Geneviève se opone a esta relación.
Guy recibe una carta para irse a hacer el servicio militar a Argelia durante dos años...
Les Parapluies de Cherbourg (Los paraguas de Cherburgo), J. Demy, (1964). Int. : Catherine Deneuve, Nino Castelnuovo, Anne Vernon. Francia / Alemania.
No es ni una ópera, ni una comedia musical, ni una opereta. Son diálogos cantados, en los que la música sostiene al texto y a la inversa. Todas las palabras son audibles, nunca se fuerza el lirismo de las voces y por lo tanto la música expone temas sencillos y, por qué no, populares y generosos. No hay ningún baile, pero sí que se canta todo el tiempo.
Jacques Demy: según la historia del cine es miembro de pleno derecho de la Nouvelle Vague francesa. Sin embargo, cabe preguntarse si esta integración estética es acertada y si no existió simplemente una coincidencia en el tiempo entre su carrera y las fechas del movimiento. La carrera de Jacques Demy se desarrolló entre 1955 y 1988; abarca por lo tanto tres décadas muy diferentes del cine francés.
Jacques Demy nació en 1931 en la región de Nantes, en Pontchâteau y murió en 1990, a los 59 años de edad. Dirigió seis cortometrajes al principio de su carrera y 13 largometrajes, desde Lola (1961) hasta la película sobre la biografía imaginaria de Yves Montand Trois places pour le 26 (1988).
Jacques Demy procedía de provincias, era bretón, hecho que es muy determinante en su obra (Cherburgo, ciudad portuaria). Era de origen muy humilde, procedía de un entorno popular: su padre era mecánico y su madre peluquera. Estudió en una escuela de formación profesional, primero mecánica y después fotografía y cine, concretamente en la Escuela de Vaugirard de París (Escuela Técnica de Fotografía y Cinematografía, entre 1949 y 1951).
Demy practicó durante su infancia y juventud el cine amateur y dio sus primeros pasos como director en el cine de animación, las películas de marionetas y los trucajes de imágenes por imágenes, algo que conviene resaltar.
Como todos los cineastas de la Nouvelle Vague (Truffaut, Chabrol), Demy fue un cinéfilo precoz, un ávido devorador de películas. Si de niño acompañaba a sus padres a los cines de barrio, en la adolescencia comenzó a ir solo y se convirtió en un ávido lector de L'Écran français y un espectador asiduo de los espectáculos de marionetas, operetas populares y teatros musicales. Como sus compañeros, admiraba profundamente el cine norteamericano, el de los grandes estudios y géneros de Hollywood y especialmente el de los musicales de la MGM.
Les Parapluies de Cherbourg (Los paraguas de Cherburgo), viejo proyecto del director que finalmente se materializó en 1963 con el presupuesto que él quería, en color y totalmente cantado, anuncia un giro estético que le singularizará un poco más dentro de la Nouvelle Vague, el cine francés e incluso el cine mundial. También fue su primer y mayor éxito internacional, con el que obtuvo el Premio Louis Delluc en 1964 y la Palma de Oro de Cannes y que fue distribuida en todo el mundo, desde Europa hasta Estados Unidos y Japón.
Generalmente, las películas de la Nouvelle Vague siguen un guión escrito por su autor y director, se basan en la improvisación, requieren un rodaje corto, en exteriores y dan preferencia al sonido grabado en directo y los actores no profesionales. El cine de Jacques Demy, íntegramente basado en el principio de la post-sincronización e incluso del playback dista mucho, por lo tanto, de cumplir con estas características.
No obstante, Demy es el creador exclusivo de sus guiones y diálogos, como Godard y Rohmer. Practica un cine de autor muy personal y desde su primer largometraje demuestra que cuenta con un universo particular, e incluso con un sistema estético que le es propio.
Los personajes de Demy se responden de una película a otra; de Lola a Les Parapluies de Cherbourg y a Une chambre en ville, los temas y los motivos se cruzan y las obsesiones reaparecen a lo largo de su filmografía.
El cine de Demy es un cine de grandes presupuestos que se dirige a un amplio público. Sólo alcanzará el auténtico éxito popular con tres películas: Les Parapluies de Cherbourg, Les Demoiselles de Rochefort y Peau d'âne.


El universo nostálgico de Demy, que gira en torno a los temas de la casualidad, la ausencia o la espera, ya aparece en Lola. Todas sus películas describen a personajes masculinos y femeninos que se encuentran, están a punto de encontrarse, se pierden de vista y se reencuentran. Pertenecen a la misma familia, la del melodrama popular en el que hay mujeres abandonadas (Geneviève) y madres que siguen siendo hermosas (Madame Emery en Les Parapluies de Cherbourg, Yvonne Garnier en Les Demoiselles de Rochefort). Además, estas figuras narrativas suelen representar los rostros de un mismo personaje con diferentes edades.
El de Demy es un registro novelesco, de serial popular representado con una punta de ironía. La fluidez de la dirección, que produce una imagen en perfecta simbiosis con los temas musicales de Michel Legrand, omnipresentes en las primeras películas de Jacques Demy, contribuye a magnificar este lirismo poético. No obstante, también transmite ironía y distanciamiento mediante diálogos muy poco realistas, propios de la escritura poética, repletos de juegos de palabras. Desde sus primeras películas, Demy utiliza diálogos versificados, basados en una estructura musical, repeticiones y rimas.
Demy siempre propone diálogos brillantes y lúdicos, y probablemente podríamos afirmar que la relación con el lenguaje y el inconsciente es un aspecto fundamental de su cine.
Este sistema alcanza su perfección cuando el cineasta dispone de los medios económicos necesarios para materializar sus ambiciones, como en Les Parapluies de Cherbourg, Les Demoiselles de Rochefort, Peau d'âne, Une chambre en ville y en menor medida, Trois places pour le 26.
En Les Parapluies de Cherbourg, Demy va un paso más allá en el irrealismo, se atreve a representar su melodrama dando un protagonismo radical a la música y los colores, opta por diálogos completamente cantados, sin que se pronuncie una sola palabra sin música.
Pero sobre todo Demy muestra sus preferencias plásticas, escogiendo colores saturados y definiendo las relaciones entre éstos y los personajes, los decorados interiores y el vestuario. Bernard Évein, su decorador, selecciona los papeles pintados de cada una de las estancias de la película y el color de cada prenda del vestuario también está cuidadosamente escogido. Así, Geneviève está relacionada con el rosa, el naranja y el rojo en la primera parte de la película y cuando renuncia a su amor por Guy, pasa al blanco y negro.


El escaparate de la tienda está lleno de paraguas de todos los colores, a pesar de que son los “pépins” (forma familiar para “parapluie”) negros y lúgubres los que mejor se venden.
La música y los decorados hacen que esta película sea especial, pero tiene un fondo importante, pues se abordan algunos temas de gran importancia en la sociedad francesa de los años 60: el peso de los convencionalismos, entre los matrimonios de conveniencia, la importancia del dinero y el miedo al qué dirán (le poids des conventions, entre mariages arrangés, importance de l’argent et peur des qu’en-dira-t-on).
Las películas gemelas de los años 60 se corresponden y se oponen, una en su vertiente trágica, Les Parapluies de Cherbourg, y la otra en su vertiente eufórica y alegre, Les Demoiselles de Rochefort. Se prolongarán en el universo mágico de los cuentos cuando Demy adapta la obra de Charles Perrault en Peau d'âne, un homenaje explícito a Jean Cocteau, y sobre todo a La Belle et la bête.

A continuación podéis escuchar el tema de amor de la película interpretado por Nana Mouskouri:


Depuis quelques jours je vis dans le silence
Des quatre murs de mon amour
Depuis ton départ l'ombre de ton absence
Me poursuit chaque nuit et me fuit chaque jour
Je ne vois plus personne j'ai fait le vide autour de moi
Je ne comprends plus rien parce que je ne suis rien sans toi
J'ai renoncé à tout parce que je n'ai plus d'illusions
De notre amour écoute la chanson
Non je ne pourrai jamais vivre sans toi
Je ne pourrai pas, ne pars pas, j'en mourrai
Un instant sans toi et je n'existe pas
oh mon amour ne me quitte pas
Mon amour je t'attendrai toute ma vie
Reste près de moi reviens je t'en supplie
J'ai besoin de toi je veux vivre pour toi
Si tu revenais Oh mon amour ne me quitte pas
Ils se sont séparés sur le quai d'une gare
Ils se sont éloignés dans un dernier regard
Oh je t'aime ne me quitte pas
Ne me quitte pas.

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